domingo, 14 de septiembre de 2014

La muerte desde el pasado a través de dos cuentos


I. Definición sobre la muerte.

          La muerte es esa sombra que avanza lenta e inexorablemente hasta cubrirlo todo.
          Y es, por sobre toda las cosas, pasado.

          En dos textos -en “Una Rosa Para Emily”, de William Faulkner y en “Los Muertos”, de James Joyce- la concepción de la muerte se ve ligada irremediablemente al pasado.
          Es común, en las primeras reflexiones de la infancia y la juventud contemplar a la muerte como algo futuro, como un hecho lejano que en algún punto de nuestra existencia tendremos que enfrentar. Nada menos cierto. La muerte se extiende hacia el pasado, y desde allí avanza hasta cubrirlo todo. Se encuentra desde el primer segundo de nuestra vida a unos pasos de distancia. Es ese corredor que da ventaja y acorta camino a cada instante, seguro de que más tarde o más temprano terminará por darnos alcance.
          En ambos textos citados, la muerte aparece introducida y presentada por el pasado. En “Los muertos”, en el discurso de Gabriel, en su idealización de lo pretérito; en “Una rosa para Emily”, en la memoria del narrador, en primer lugar, y en el anacronismo que se instala en la vida de la protagonista a partir de la desaparición de su padre, momento en el cual Emily queda atrapada en el pasado, o sea, en la muerte.

II. Las dificultades de vencer a la muerte.

          El primer problema de la muerte desde el pasado es que es irrebatible. La gloria pasada no puede conocer la derrota, porque para ser derrotado es preciso existir. Aquellos que logran que su vida obtenga, después de la muerte, un enfoque glorioso, no encuentran rival alguno en el presente. Las muertes que rodean a los protagonistas de los textos citados se elevan como inmensos monumentos a la grandeza. La gloria está con los cantantes del pasado, que no pueden quedar roncos como Mr. D´Arcy y fallarle al auditorio; y está con ese joven que sacrifica su vida por ver a su amada. Está en el legado del apellido Grierson, con el cual debe convivir Emily, y está en la astucia de Sartori que sólo un hombre de su generación pudo haber conocido.       
          Las generaciones presentes se enfrentan a las del pasado (tanto en el discurso de Gabriel y en el fantasma del joven amante de su esposa contra él mismo; como en la pretensión de ignorar la resolución del viejo alcalde de volver a cobrar los impuestos a Emily otra vez, o en la categoría de su pretendiente, un jornalero, frente al linaje de sus antepasados) pero les resulta en extremo difícil vencer  a estas últimas, pues se ven refugiadas, siempre, en la capa protectora de la muerte, de lo inalterable.

III. Sobre cómo y cuándo la muerte da alcance.

          Pero la muerte, ante todo pasado, también camina entre el presente. La muerte es ese corredor que desde atrás alcanza al presente, lo toca, se inmiscuye en él, para luego quedarse atrás y brindarle nuevamente ventaja, para volver a alcanzarlo, hasta decidir su toque final.
          En el texto de Joyce, la muerte se encuentra en el presente alojada en las tías y, especialmente, en la melodía que escucha la mujer de Gabriel desde la escalera. Esas tías que parecen vivir sólo para la recreación de costumbres pasadas son la continuidad de la tradición, innegable legado del pasado, de los muertos. En cuanto a la melodía, funciona como carta de presentación de la muerte, a través de ella se instala súbitamente en el presente de Gracy; la muerte por unos instantes, le ha dado alcance.
          En  “Una rosa para Emily” el pasado-muerte logra darle alcance al presente desde el fallecimiento del padre de la protagonista. La muerte, es ese corredor que desde atrás alcanza al presente, lo toca, se inmiscuye en él, para luego quedarse atrás y brindarle nuevamente ventaja; así sucede también para la ciudad en que vive Emily, para todos, menos para ella. En Emily, la muerte parece encontrar asidero, en ella llega desde el pasado, se inmiscuye en el presente y se instala definitivamente en su vida. En el texto de Faulkner, la muerte es introducida por algo mucho más fuerte y persistente que una melodía: Mientras Gracy vive la muerte a partir de una canción que concluye en un momento, Emily comienza a vivir la muerte desde la soledad, y para cuando esta encuentre su fin, la muerte estará ya tan instalada en ella, que será entonces demasiado tarde. La soledad es el cuerpo vacío en donde la muerte ha decidido quedarse. Emily vivirá en el pasado porque vive en la muerte, y las normas de los muertos son las que le impedirán volver a la vida.

IV. Los amantes muertos.

          Emily vive en la muerte, en el pasado. Emily vive con los muertos: alrededor de su casa no hay más señales de vida que el negro. El negro es quien entra y sale de la casa con la canasta de provisiones, pero él también está muerto, y por eso la gente ha dejado de intentar conseguir información de él; porque el negro no hablaba con nadie, ni siquiera con ella, probablemente, porque su voz se había vuelto ronca y apagada por la falta de uso. Viviendo en la muerte, rodeada de muertos, para Emily es indispensable que su amante resida en su mundo. El único amante que Emily puede tener es un amante muerto.

          La victoria, en el texto de Joyce, es para el amante muerto. Gabriel es cariñoso con su esposa, está emocionado, trae consigo la felicidad que le produce el redescubrimiento de la belleza de su mujer, y su ser está repleto de deseo, deseo de tomarla en sus brazos, de traerla hacia su cintura… deseos de poseerla. El pasado en esos instantes para Gabriel son los momentos de éxtasis con su mujer, se ve emocionado porque a partir de esos momentos la quiere de manera doble: la quiere porque es su mujer y la quiere por todo lo que la quiso. Pero el pasado es, ante todo, muerte, y la muerte es invencible.
          En el cuarto de hotel, Gabriel trata con cuidado a su esposa, está buscando el momento indicado para llamarla por su nombre y mirarla de tal manera que sobren las palabras, pero esta se le escapa, se le escabulle, es que está, en realidad, muy lejos, se encuentra en el pasado o, mejor dicho, en el presente, pero en un presente al que nuestro corredor ya ha dado alcance.
          Es, en ese contexto, en donde se desarrolla la batalla:

          -Gretta, amor mió, ¿en qué estás pensando?
            Ella no contestó ni se entregó totalmente a su abrazo. Él volvió a decir, con suavidad:
            -Gretta, dime lo que es. Creo que sé de qué se trata. ¿Lo sé?
            Ella no respondió enseguida. Pasado unos instantes dijo entre súbitos sollozos:
            -Estoy pensando en esa canción, “la joven de Aughrim”.
            Se separó de él, se fue corriendo a la cama y, echando los brazos sobre los pies de esta, ocultó la cara entre ellos (…)
            -¿Qué pasa con la canción? ¿Por qué te hace llorar?
            Gretta levantó la cabeza de entre sus brazos y se secó los ojos con el dorso de la mano, como un niño. Se apoderó de la voz de él una nota más compasiva de la que habría querido manifestar.
            -¿Por qué Gretta? –preguntó.
            -Porque estoy pensando en una persona de hace muchos años que solía cantar esa canción.
            -¿Y quién era esa persona de hace muchos años? –preguntó Gabriel, sonriente.
            -Era una persona que conocía en Galway cuando vivía allí con mi abuela –dijo Gretta.
            La sonrisa desapareció del rostro de Gabriel. Una sorda irritación empezó a crecer de nuevo en el fondo de su cerebro y los extinguidos fuegos de su deseo comenzaron a arder furiosamente en sus venas.

          La felicidad de Gabriel ha desaparecido, el pasado ha dejado de ser un momento de éxtasis para convertirse en algo que desconoce, su deseo se ha convertido en ira. Gabriel acaba de ser derrotado.
          Ya no hay deseo en el cuerpo del esposo, los siguientes párrafos del texto narran la humillación de Gabriel, la escena en la que su mujer lo ha inspirado es la misma en la que ella recuerda a otro hombre, comprende que mientras él la enaltecía en recuerdos, ella lo comparaba con otro… no hace falta decir más, ya lo dice Joyce, demos a Gabriel descanso en su derrota, el amante muerto ha vencido.

          Emily necesita que Homer Barron entre en su mundo. Que su amante acepte, él también, vivir entre los muertos. Lo necesita porque las voces del pasado le impiden una relación con un jornalero, lo necesita porque la tradición (legado de los antepasados, legado de la muerte) implica que debe casarse, lo necesita porque su padre nunca hubiera aprobado esa relación. Lo necesita porque son las voces del pasado, y no hay voces que Emily escuche más que las voces de los muertos.
          Emily vive en el pasado, ante la instalación de la numeración para el correo ella niega el permiso para numerar su casa, no pueden haber allí señales del paso del tiempo. Emily vive en el pasado, entre los muertos, pero vive. El impulso que la lleva a la muerte (el asesinato) es el impulso de su propia vida, el de tener un amante, pero para eso debería salir de su mundo. La solución llega desde la farmacia: Emily conseguirá gracias a ella el vehiculo que transporte a su amante hasta el mundo de ella, porque el único amante que puede vivir en ese mundo, es un amante muerto.

          V. Análisis después del trauma: Dos maneras de sobrevivir a la muerte.

          Es sabido el final de Emily, la protagonista del relato de Faulkner, consigue finalmente traspasar esa línea que la separa de la gente con la cual aún convive (sus antepasados ilustres, su padre, su amante muerto), al fin, a ella también nuestro corredor le ha dado alcance, definitivamente. La protagonista sobrevive a la muerte inmiscuyéndose en ella. Emily no sabe sobrevivir a la muerte, la niega, no acepta el fallecimiento de su padre, hasta que se le torna insostenible. Emily encuentra en el pasado el refugio de la vida. Allí es donde los acontecimientos se estancan. La llegada de un nuevo amante será cuando la muerte se encuentre tan instalada en ella que ya no le es posible escapar. Emily condena el resto de su vida a la soledad. Pero la soledad inactiva de Emily también es metáfora de muerte. Por eso Emily para poder vivir debe rodearse de seres. Emily no está sola, está rodeada de muertos.
          Gabriel comprende, en los últimos párrafos del texto de Joyce, la cercanía de la muerte. No de su muerte, sino de la muere en sí misma, de la muerta como aquél corredor que va dando alcance a cada uno que se encuentra adelante. Prefigura el alcance a la tía Julia. Entiende que la vida de los muertos se extiende aún más allá de su mortalidad en el recuerdo de los vivos; como el amante de su esposa perdura en la memoria de ella. Finalmente el mundo de los vivos también está habitado por los muertos, la línea que separa un universo de otro es mucho  más delgada de lo que hasta ahora había pensado.
          Pero por sobre todas las cosas, lo que se le revela a Gabriel, es esa persecución constante que realiza la muerte desde el pasado, desde donde se introduce en el presente para luego dejarlo escapar. Esa es la conciencia de su voluble y vacilante existencia.
          El amor a su esposa es lo que le permite sobrevivir a la muerte, las lágrimas de sus ojos son las que borran la presencia de la muerte como intrusa para convertirla en visitante natural de su presente.

          Para sobrevivir a la muerte Emily se ahoga en ella, inunda su vida de pasado. Emily avanza por sobre el mundo de los muertos, penetrando en su terreno y desarrollando ahí lo que le queda de vida; así sobrevive a la muerte. Emily, se queda en el pasado, viven en ese pasado desde donde se aproxima la muerta, Emily, está escrito al fin y al cabo, duerme con los muertos.


          Gabriel, en cambio, se aproxima a esa región donde moran las huestes de los muertos. Gabriel para sobrevivir a la muerte debe comprender su funcionamiento natural y decidir convivir con ella; que es convivir con el amante de su esposa. Sabe que los muertos viven en los vivos y que el recuerdo en su mujer del hombre que le dio la vida no se retirará de su mundo, pero, aún así, se queda a su lado y sabe que la ama. Gabriel vuelve del pasado, vive en un presente donde desde el pasado se aproxima la muerte, Gabriel, está escrito al fin y al cabo, duerme con su esposa. 

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