jueves, 19 de julio de 2018

Ausencia y presencia del rito iniciático en La historia interminable: Una lectura sobre la función de la ausencia y presencia del rito en la novela y en las sociedades occidentales de fin de siglo XX.



1. Cuestiones preliminares.

1.1. Presentación del tema y relevancia.

            En 1988, a través de su libro La causa de los adolescentes, Françoise Dolto planteaba, como una de las problemáticas más emblemáticas de la juventud de la sociedad moderna, los efectos negativos de la ausencia de ritos de iniciación, encargados de marcar y legitimizar el momento del traspaso de la etapa de la juventud a la adultez.
            Distintas reactualizaciones de esas problemáticas pueden ser encontradas en diferentes trabajos, como el de José Sánchez Parga -El oficio del antropólogo: crítica de la razón (inter) cultural (2005)-, el de Rosana Reguillo Cruz -Emergencia de culturas juveniles. Estrategias del desencanto (2000)-, o en los artículos de Cecilia Balladini y Norma Fernández -Ritos de pasaje y de iniciación como búsqueda identitaria juvenil (2012) y “La previa: ritual tribal de la cultura actual” (2013), respectivamente- por mencionar sólo algunos, de entre tantos.
            La vigencia de las consecuencias de la ausencia de los ritos de iniciación, en la juventud moderna, también se hace tangible en el estudio de Sergio Muñoz Chacón, “En busca del Pater Familias: Construcción de identidad masculina y paternidad en adolescentes y jóvenes” (2001). En el cual el autor analiza las formas en la que los varones jóvenes enfrentan el desafío de dejar de ser niños, para convertirse en jóvenes que aspiran a la adultez.
            La reflexión propuesta por Dolto, acerca de los modos en los que la ausencia de los ritos de pasaje (o de iniciación) afectan y condicionan la existencia de los (y las) jóvenes, sigue justificando su relevancia a partir de dos  cuestiones que Muñoz Chacón destaca (en el artículo de su autoría ya señalado), vinculadas a dos temas de imperiosa actualidad: la violencia de género y la marginación social.
            Al respecto del primero, lo que el autor describirá, será cómo los hombres, en el momento en que comienzan a despegarse de la niñez, comienzan a experimentar un impulso social que los lleva a alejarse, y a actuar en contra, de aquellas identidades que se entienden como contrarias al concepto clásico de la masculinidad.
            Apoyándose en una cita de José Olavarría,[1] Muñoz Chacón afirma: 

                        Para los hombres, la adolescencia y juventud es el momento cuando tienen que demostrar que ya no son niños y se ven obligados a manifestar una clara diferenciación con las antítesis por excelencia de la masculinidad tradicional: la mujer y el homosexual. En este sentido, “(es la) etapa de las pruebas, de los ritos de iniciación que permiten a un varón “ser hombre”. Aquello que ha sido caracterizado como “de la naturaleza de los hombres”, de su corporeidad, sería internalizado por los adolescentes/jóvenes como “lo masculino”. En esta etapa se fortalecería la homofobia, el sexismo y el heterosexismo y se harían demostraciones de ello ejerciendo violencia sobre aquellos/as que “la naturaleza” ha resuelto que son inferiores, débiles, pasivos, afeminados. Es el momento de demostrar que los varones son “verdaderamente hombres” (Olavarría, 1999 b). (Muñoz Chacón, 2001: 245).

            Ante la falta de ritos de iniciación que legitimasen el fin de esa etapa (el de la adolescencia y la juventud) para iniciar la de la vida adulta, lo que termina extendiéndose es ese periodo de transición en el que el sujeto masculino «fortalecería la homofobia, el sexismo y el heterosexismo y se harían demostraciones de ello ejerciendo violencia sobre aquellos/as que ´la naturaleza´ ha resuelto que son inferiores, débiles, pasivos afeminados» (Muñoz Chacón, Ibídem).
            En cuanto al segundo, la cuestión de la marginación social, lo que le interesa destacar a Muñoz Chacón es la imposibilidad de sectores marginados (o de menores recursos) de constituirse como sujetos de valor dentro de una comunidad en la que el rito de pasaje al mundo de la adultez ha quedado reducido a la conclusión de los estudios universitarios, a los que no toda la población tiene las mismas facilidades de acceso (y, especialmente, de finalización):

                        En las sociedades modernas dichos ritos han perdido su sentido, o por lo menos su ejecución formal, mediante ceremonias públicas ha desaparecido o quedado reducida a grupos específicos económicos o sociales, siendo que el pasaje de la niñez o juventud a la edad adulta se vuelve más problemático porque no hay muchas evidencias que puedan sancionarlo. (...)
                        De esta forma al señalar un autor que “... si buscamos un equivalente del rito de pasaje adolescente en nuestra sociedad podemos ver que, en el presente, los desafíos esforzados que se designan para servir como demostración decisiva en los roles prestigiosos de nuestra sociedad, probablemente no sean tanto el vigor físico como la propia independencia personal y la capacidad para pensar y trabajar. Los proyectos académicos, las disertaciones y tesis se acercan más a esta descripción” (Larson, citado en Krauskopf, Ob.cit), expresa la situación de un sector que considera el período de juventud a partir de un largo proceso educativo dirigido a la formación profesional que, se inicia en la primaria y finaliza en la educación universitaria. Lo intelectual es sobredimensionado y aspectos biológicos, físicos y emocionales fundamentales para el adolescente son pasados por alto. Sin mencionar que dichas aspiraciones sólo pueden ser compartidas por un número reducido de individuo.  (Muñoz Chacón, 2001: 248-249).


            Lo que se genera para el autor, a través de este vacío al que quedan sometidos jóvenes y adolescentes, a partir de la ausencia de ritos u operaciones que convaliden y sentencien su ingreso al mundo adulto, es una violencia que deja de estar orientada al sexo opuesto y a aquellas configuraciones identitarias que puedan ser consideradas como contrarias a lo masculino, para dar lugar a una violencia destinada, incluso, contra ellos mismos.

 ...una forma de mostrar el paso de la niñez a la juventud es mediante comportamientos de riesgo como fumar, beber, conducir autos, usar drogas, sexualidad promiscua, etc. (Muñoz Chacón, 2001: 249).

En La historia interminable, novela sobre la cual girará este trabajo, la fábula comienza con el personaje de Bastian escapando de la violencia que sus propios compañeros de clases ejercen contra él. Quien, víctima de la cobardía, ejecuta, como única respuesta posible, una carrera que le permite escapar del enfrentamiento, y que lo llevar a ocultarse en la librería de la cual toma el libro que se convertirá en su propio rito de iniciación. Permitiéndole, al final de su lectura, la apropiación de la identidad y del coraje.     

            1.2. Unidades de análisis y soporte de trabajo.

            Para el siguiente trabajo utilizaremos una serie de pasajes de la novela de Michael Ende, La historia interminable. El recorte de esos pasajes responderá a la concepción de lexías que Roland Barthes presenta, para el análisis de la  obra literaria, en su libro S/Z[2].
            Como soporte de trabajo se utilizará la edición de la novela publicada por RBA (1993), Barcelona, España. Con traducción de Miguel Sáenz.

            El número de lexías elegidas será un total de cinco:

I. El pasaje inicial de la novela en el que se presenta al personaje de Bastian, y se describe su entorno familiar.
II. El pasaje en el que el médico Cairón llega, por pedido de la Emperatriz Infantil, a la tribu de Los Pieles Verdes en busca de Atreyu, interrumpiendo así el comienzo de su rito iniciático que lo llevará a convertirse en cazador.
III. El enfrentamiento de Atreyu con la segunda puerta del Oráculo del sur, La Puerta del Espejo Mágico, en la que Atreyu ve reflejada la imagen de Bastian.
IV. Los momentos finales del libro en el que se concreta la última transformación de Bastian, una vez que este logra salir de Fantasía.


            1.3. Preguntas de investigación y objetivos.

            Los interrogantes que motivan el desarrollo de este trabajo, y cuyas respuestas intentaremos sondear, se encuentran vinculadas a la importancia del rito de iniciación como marca legitimadora del paso de la juventud a la adultez, las consecuencias y/o efectos de la ausencia y debilitamiento de tales ritos en las sociedades occidentales modernas, y las formas en la que esa importancia y ausencia (o debilitamiento) son representadas en la novela de Michael Ende La historia interminable.
            Las preguntas que guiarán el análisis, por tanto, podrían ser enunciadas de la siguiente manera. ¿Cuál es la importancia del rito de iniciación dentro de las sociedades occidentales modernas y porqué la ausencia de ellos enmarca en la juventud contemporánea dentro de una problemática particular ocasionada por ella?, ¿de qué manera la novela de Michael Ende refleja la importancia de la existencias de esos ritos y las consecuencias de su falta a través de las características, el accionar y la transformación de dos de sus personajes?, y por último, ¿hasta qué punto las ideas expuestas por Françoise Dolto en La causa de los adolescentes acerca de la relevancia de los ritos de iniciación y las consecuencias que esa ausencia genera en la sociedad moderna pueden encontrarse sostenidas en la novela La historia interminable?
            Los objetivos que surgen de estas preguntas serán lo de demostrar la importancia de los ritos de iniciación (o el reconocimiento por parte del mundo adulto de los jóvenes como pares y sujetos de valor, y no como meras proyecciones futuras), reflexionar acerca de las consecuencias que esa ausencia genera en los jóvenes, y establecer la relación entre dos pensadores de la segunda mitad del siglo XX que, desde distintos campos, han centrado (o vinculado) gran parte de su obra al mundo de los jóvenes y niños.


            1.4. Conjeturas.

            Lo que conjeturaremos aquí será que en, las obras de Françoise Dolto y de Michael Ende, existe una afinidad que, incluso, puede leerse más allá de su relación con los temas que se desarrollarán en este trabajo (la importancia de los ritos de iniciación y las consecuencias de su ausencia). La importancia que ambos autores otorgan a la verdad y a su relación con la infancia, en sociedades en las que la imagen del mundo que se les ofrece a los niños dista, cada vez, de la real imagen que el ser adulto mantiene de él, es otro de los puntos de contactos entre ambas obras.
En el prefacio de La importancia de decirle a los niños la verdad, Dolto declara:

También espero que quede bien aclarada la importancia de decir la verdad, esa verdad que los adultos comunican a los niños, quienes no solamente la desean en forma inconsciente, sino que la necesitan y tienen derecho a conocerla, aun si el deseo consciente, que es el que expresan con palabras respondiendo a la invitación de los adultos, se inclina por el silencio tramposo, que genera la angustia. La verdad puede ser dolorosa a menudo, pero, si se dice, permite al sujeto reconstruirse y humanizarse. (Dolto, 1990: 9).

Mientras que, a su vez, en “Pensamientos de un indígena centroeuropeo”, de  Carpeta de apuntes, Michael Ende reflexiona acerca la conducta de inventar para los niños un mundo que con los años no podrá sostenerse:

Entonces se les enseña a los pequeños salvajes que no hay ninguna «luna buena»  que «marcha a través de las nubes nocturnas», y ante cuyo «resplandor se siente que no se está solo», sino solamente un grumo cualquiera de escoria y polvo que, debido a determinadas leyes de la mecánica, queda detenido en su órbita. Tampoco hay un «querido sol» que «sonríe» desde el cielo al pequeño salvaje, sino sólo una bola de gases que mediante incesantes reacciones nucleares lanza, sin sentido ni razón, inconcebibles masas de energía a un espacio cósmico vacío.
Tampoco hay una «madre tierra», que nos «alimenta» a nosotros, sus «hijos», y con la que tenemos una deuda de «agradecimiento y respeto», sino un montón de sustancias químicas que se pueden explotar para todos los fines imaginables, con que sólo se disponga de la suficiente astucia. En resumen: al pequeño salvaje se le explica con la máxima claridad que todo lo que hasta entonces le hacía ver el mundo como algo afín, como algo suyo, no era sino un burdo y amable embuste. No hay Niño Jesús, no hay cigüeña, ni conejito de pascua, ni ángel de la guarda ni enanitos. El pequeño salvaje se entera de que hasta entonces, durante todo el tiempo, se le ha tomado por un perfecto idiota, ni más ni menos. Tal fundamental abuso de confianza no se toma en serio por una sola razón: porque suele pasar inadvertido. Lo que queda es un inconsciente pero no por eso menos hondo desengaño. Y el convencimiento de que sólo puede ser verdad lo que sabe a desengaño. (Ende, 1996: 89-90).

En La historia interminable el personaje de Atreyu, el héroe designado por la Emperatriz Infantil para salvar a Fantasia, aparece en escena por primera vez justo en el momento en que él está a punto de iniciar su caza del búfalo púrpura. Esa caza, que, de concluir con éxito, lo convertirá en cazador es presentada como el rito iniciático por el cual el joven se legitimará, ante el resto de su tribu, como cazador, sellando así su paso definitivo al mundo de la adultez. Lo que equivale a decir: al de grupo de personas que ya son capaces de suministrarse su propio alimento, dejando de depender de los otros.
Esta presencia del rito configura una de las diferencias más importantes entre él y el personaje de Bastian, quien se encuentra del otro lado de la ficción,  leyendo la historia de Fantasia, y por tanto también la de su salvador, Atreyu. Huérfano de madre, e hijo de un padre que (víctima de la depresión que atraviesa desde el momento de su viudez) ya no es capaz de prestar verdadera atención a su hijo. El personaje de Bastian carece de toda institución o persona desde la cual pueda emerger un reconocimiento hacia él, y especialmente, a esas nuevas fuerzas y capacidades que despiertan en la nueva etapa de la vida que se encuentra comenzando (vale recordar que tanto Bastian como Atreyu son presentados en la novela como preadolescentes de alrededor de entre los diez y once años).
A partir de este conjunto de situaciones y características, que presenta la novela y ostentan los personajes señalados, la primera conjetura que presentaremos aquí será la de que ni la presencia del rito iniciático, ni su posterior interrupción por parte de Cairón, a través de las cuales se da a conocer al personaje de Atreyu, son, en la novela una presencia casual o inocente. Muy por el contrario, la existencia del rito de iniciación en el mundo de Fantasía es el elemento que le permite a Atreyu demostrar estar listo para afrontar el desafío de convertirse en un cazador más (es decir, en un adulto) sacando a relucir su valentía y coraje. Mientras que su interrupción (una interrupción impuesta, que de ninguna manera él hubiera elegido) lo deja, convenientemente, impedido de realizar ese traspaso, frustrando su pasaje al mundo adulto, lo que facilitará la identificación (indispensable para la concreción de la trama) que con él establecerá Bastian. Quien, todavía un niño, no cuenta con ningún tipo de acontecimiento visible que aliente el abandono de la identidad, constituida en una infancia, que su propio cuerpo comienza a abandonar.
Siguiendo estas dos hipótesis, y a través de la doble función narrativa que cumpliría su introducción, y posterior interrupción, la novela vendría a dar cuenta del valor antropológico de los perdidos ritos iniciáticos, respaldando la teoría esbozada respecto a ellos por Françoise Dolto en La causa de los jóvenes.
En segundo lugar, la otra conjetura con la que trabajaremos aquí es que existe, aunque no de manera explícita (o no al menos explicitada a través de ese nombre) un segundo rito de iniciación presente en la novela, que esta vez sí se recorre y se concluye con éxito, y que ese segundo rito iniciático (o de pasaje) es la propia lectura que realiza Bastian del libro tomado de la biblioteca en la que había buscado refugio. Será recién luego de traspasar con éxito esa lectura (que lo ha obligado a enfrentar todos los peligros que le reservaba su paso por Fantasía) que Bastian consige reconstruir su identidad, para luego sentarse y conversar de igual a igual con su padre (ya no en la verticalidad que impone la relación padre-hijo o niño-adulto. Para animarse, momentos después, a devolver, rechazando la compañía y asistencia del padre, el libro que, apenas el día anterior había robado.[3]


1.5. Estructura del trabajo y descripción de partes.

La estructuración del análisis se realizará en base a las diferentes lexías seleccionadas dentro de la novela, a través de las cuales se intentará ir demostrando cada una de las hipótesis que guían la elaboración del trabajo.
A medida que vayan exponiéndose los resultados de los análisis de esas lexías, además, se irán vinculando las ideas que puedan desprenderse de ellos con los aportes teóricos de Dolto acerca de la relevancia de la falta de ritos de iniciación en las sociedades occidentales modernas, y las consecuencias que esa ausencia genera en los jóvenes.
Los apartados, por tanto, que irán ordenando el desarrollo del trabajo serán:

a. La presencia del rito y su importancia en La historia interminable y las sociedades occidentales modernas. (Lexias I, II y V).
b. La necesidad de interrupción del rito de iniciación en Atreyu para posibilitar su identificación con Bastian y la configuración del tema del doble. (Lexias II, III y IV).
c. La lectura de la Historia interminable (libro tomado por Bastian antes de escapar de la librería del señor Koreander) como rito o pasaje de iniciación en el personaje de Bastian, a través del cual reconstruye su identidad y consigue su legitimización dentro del mundo adulto. (Lexías I y V).


2. Marco teórico

2.1. Las lexias de Barthes.

Cómo ya señaláramos anteriormente, el concepto de lexía creado por Barthes bien puede definirse para el análisis textual como “el instrumento de trabajo, (…) una unidad de lectura. (…). Se divide el texto en segmentos muy cortos, que son las lexías, y se enumeran para facilitar el trabajo. Unas veces serán unas cuantas palabras, o algunas frases, lo que sea más cómodo; basta que sea el mejor espacio posible en donde se puedan observar los sentidos. Es una división empírica y arbitraria. Su dimensión dependerá de la densidad de las connotaciones”. (Gómez Robledo, 1980: 4).
En S/Z Barthes describe el procedimiento para la creación de las lexías que posibilitarán el análisis:

El significante tutor será dividido en una serie de cortos fragmentos continuos que aquí llamaremos lexías, puesto que son unidades de lecturas. Es necesario advertir que esta división será a todas luces arbitrarias. (…). La lexía comprenderá unas veces unas pocas palabras y otras algunas frases, será cuestión de comodidad. Bastará con que sea el mejor espacio posible donde puedan observarse los sentidos. Su dimensión, determinará empíricamente, a ojo, dependerá de la densidad de las connotaciones, que es variable según los momentos del texto. (Barthes, 2004: 22).




          
2.2. «El purgatorio de la juventud y el segundo nacimiento», de Françoise Dolto.

Una de las ideas que se irán repitiendo a lo largo de la  primera parte del libro de Dolto La causa de los adolescentes es aquella que trata sobre las consecuencias que genera la ausencia de ritos iniciáticos en los jóvenes de las sociedades occidentales modernas.
Con la llegada de la pubertad, señala Dolto, y con la proximidad de las primeras vivencias eróticas, lo que se produce en el sujeto es la experimentación de la muerte de la infancia. El fin de una vida, expandida en la niñez, que encuentra su conclusión en su incompatibilidad con el despertar de la sexualidad.

           Precisamente el riesgo del primer amor es experimentado como la muerte dela infancia. La muerte de una época. Y este final que os arrastra y aniquila como cuando os dais en el amor, constituye el verdadero peligro de dicha cresta, punto de paso obligado para inaugurar su dimensión de ciudadano responsable, y acto irreversible. (Dolto, 1990: 16).

Y el trauma de esa muerte, en los jóvenes de nuestra sociedad, se agudiza porque los adolescentes son sometidos a atravesar ese duelo en soledad.

           En nuestra sociedad, los jóvenes no reciben ayuda porque no tenemos el equivalente de ritos de iniciación que antaño marcaban esta época de ruptura. (...). ...era un acontecimiento que marcaba, y la sociedad les consideraba entronizados, es decir, que habían superado la iniciación que permite convertirse en adolescentes a partir de dicho paso. Tanto si estaban preparados interiormente como si no, los adultos les concedían el derecho a acceder a ella. Reducidos a sí mismos, los jóvenes de hoy no son conducidos juntos y solidariamente de una orilla a la otra; y se ven obligados a conseguir este derecho de paso por sí mismos. (Dolto, 1990: 17)

           Lo que reemplazará para la autora a los ritos de iniciación, que legitimizaban la entrada de los jóvenes al mundo social adulto, será la posibilidad de acceder a la independencia económica. A través de la cual, los jóvenes pueden conseguir deshacerse de la dependencia de los mayores.

           Así pues, hoy en día, el paso de la edad adulta se traduce muy concretamente en términos de independencia económica.
           En términos de independencia económica, de potencialidad creadora y de aprendizaje que permitan adaptarse, insertarse en un grupo social.
           (...) ...resulta algo capital a esa edad, de los once a los trece años, escapar de la tutela económica y acceder al derecho de la propia expansión cultural.      (Dolto, 1990: 22-23).

Pero resulta que, salvo en casos excepcionales, esa independencia económica se torna imposible, y entonces la falta de integración del joven a la sociedad lo empuja a consolar esa soledad y aislamiento en la órbita en la que el adolescente más se desarrolla: la de la fantasía.

           ...precisamente, si en la actualidad hay cada vez más adolescentes desesperados -así se dice- que huyen al mundo imaginario de la droga, o al otro, imaginario también, de la muerte, que es el suicidio, pienso que es porque carecen de ritos de paso donde los adultos decreten: ´a partir de ahora, cuentas; eres una persona de valor´. No tienen puntos de referencia claros proporcionados por la sociedad que les permiten animarse a correr un riesgo, dado que se les espera del otro lado del río. (Dolto, 1990: 28).

Dolto observará entonces que sin ese alguien que lo espera «del otro lado del río» el aislamiento al que son sometidos los jóvenes se acrecienta, provocando que la distancia con el mundo adulto, con la sociedad activa, aumente:

Las sociedades antiguas suavizaban la angustia de los jóvenes dándoles a conocer el límite de la prueba plasmada en los ritos de iniciación. Esta iniciación se empleaba para romper el aislamiento del adolescente.
Tenía un punto de referencia en el tiempo, para su integración a la vida del grupo. Era la sociedad la que decidía sobre esta época de iniciación y sobre la edad a partir de la cual se adquieren los atributos de la virilidad. Uno puede casarse o partir a la guerra. Tales actividades son determinadas en el tiempo por la sociedad. (Dolto, 1990: 43)

Pero la autora señalará, además, que ni siquiera aquel otro mundo de expansión y potencia que se abre en la etapa juvenil, la sexualidad, debido a las nuevos metodos anticonceptivos, conseguirá ocupar el lugar del rito iniciático, ya que la sexualidad queda reducida, vacía de toda consecuencia que lige a los sujetos a sus actos, a un gesto vacío y superficial:
 
           Se ha llegado, gracias a la tecnología, a medios anticonceptivos seguros, y la anticoncepción ofrece una nueva posibilidad de conocerse, pero siempre de conocerse reservándose, de manera que no hay un fruto de este conocimiento. Hay que contentarse con el cara a cara, con la soledad de a dos, eludiendo la eventualidad de una obra común, de un hijo del que no podrían hacerse cargo. La sociedad no avala las consecuencias de un amor de jóvenes, lo que hace que los jóvenes no tengan derecho a llevar su propia vida en la época en que aman con más ardor. (...)
           ...antes de los anticonceptivos, los jóvenes se veían obligados a correr un riesgo que les conducía a una situación de responsabilidad. Actualmente, no. No tienen más responsabilidad que la de amar, sin que este amor pueda tener consecuencias. (Dolto, 1990: 28-29).

Excluida así también la sexualidad, como elemento supletorio de los ritos iniciáticos, lo que emerge, entonces, como resultado de la ausencia del rito, es la prolongación de esa etapa transitoria, a la que la sociedad no es capaz de ubicar de manera definitiva de un lado o del otro, ni dentro del vasto e inocente mundo infantil, ni dentro de la adultez repleta de responsabilidades y cargada de proyectos.
De esta manera, el último recurso posible para la juventud de ganarse un lugar entre los adultos, de mostrar su valor como miembros útiles y activos de la sociedad, es a través de los proyectos individuales. Aunque para Dolto estas realizaciones personales tampoco puedan satisfacer del todo las necesidades del sujeto que busca sentenciar el pasaje de un estado a otro.
          
           Las realizaciones individualizadas no son iniciáticas a la vida social, a la vida del grupo, como lo eran las iniciaciones de las sociedades tribales.
           El proyecto no puede reemplazar el rito de paso. Pero permite quizá prescindir de él.
           El rito de paso servía a una comunidad que tenía la necesidad de conservar a todos sus miembros, y encontraba así el medio de sujetar al clan a todos los jóvenes haciéndoles afrontar riesgos en el interior de la tribu: los riesgos de la iniciación. Pruebas terribles. Los que salían vivos de ellas eran individuos formidables. Eso implica que la sociedad proporciona el modelo.
           Hoy en día, cuando ya no existe modelo familiar o social, cuando el hijo sucede cada vez menos al padre, el rito de paso ya no tiene justificación, pero quizá el proyecto que responde a la tentación del peligro con cierta prudencia puede ayudar a morir a la infancia para alcanzar otro nivel de dominio en la vida colectiva.,
           La primera etapa consiste en poder ganar algo de dinero. Es el escollo, en la hora actual, para los jóvenes. Tener vivienda propia, pareja, hijos. Un ideal que no pertenece a ninguna época, que es eterno. (Dolto, 1990: 78).        


3. Marco metodológico.

            A partir de la propuesta de la teoría de la enunciación, lo que precederá a realizar en el presente trabajo es el análisis del aparato formal de enunciación que es puesto en escena en los pasajes seleccionados de la novela de Michael Ende La historia interminable.
En la teoría de la enunciación, elaborada inicialmente por Emile Benveniste, se propone que todo uso de la lengua implica poner en práctica un aparato formal de enunciación, a través del cual el discurso consigue salir a la luz.
Lo que posibilita ese aparato formal (compuesto por el enunciador -aquel desde el cual se produce el discurso-, el enunciado -el discurso propiamente dicho-, y el enunciatario -aquel que decodifica el enunciado-) es que la subjetividad del sujeto que utiliza la lengua (el enunciador) entre en contacto con el mundo que lo rodea.
Dentro del enunciado, por tanto, no sólo se encuentran una serie de palabras elegidas al azar, que representan únicamente aquello que el enunciador quiere expresar; sino, además, un conjunto de huellas que permiten ir más allá de ese primer significado, para comprender los diferentes tipos de relaciones que la figura del enunciador establece con el mundo. Debido a que la construcción de los enunciados nunca son llevados mediante una mecanización pura del uso de la lengua, sino por medio de un modo particular de apropiación.
Los principales elementos que permiten dar cuenta de la presencia de la subjetividad de la figura del enunciador, dentro de los enunciados, son los indicios de personas (utilización de pronombres personales), el uso de los deícticos (pronombres demostrativos), las formas temporales, el uso de formas interrogativas y exclamativas y las diferentes utilizaciones de los enunciados modales.
Estos últimos, consisten en aquellas afirmaciones en donde se presentan juicios valorativos acerca de lo que se predica, y es una de las formas principales en las que el sujeto enunciador introduce su huella en el texto.
Del conjunto de modalizaciones existentes, aquella sobre la cual más nos detendremos en este trabajo será sobre la modalización fáctica; que consiste en aquella que permite otorgar (al personaje de una narración, por ejemplo) cualidades a partir de los actos que lleva adelante dentro de la historia.
Otro tipo de distinción que realiza la teoría de la enunciación acerca de la construcción del discurso (y que es otra de las modalidades en la que la subjetividad del sujeto de enunciación entra en escena) es la que consiste en distinguir entre Historia y Discurso.
Perteneciendo a la primera, la serie de acontecimientos (reales o ficticios) que permiten el avance del relato, encausándose unos con otros, formando la concadenación de acciones que luego compondrá la fabula.
            Mientas que, a la segunda, la de todos aquellos fragmentos que no aportan acciones o acontecimientos, sino reflexiones o datos adicionales que permiten completar (u otorgar diferentes sentidos posibles) a lo narrado.                 
            En base al concepto de lexías creado por Barthes se seleccionará y recortara diferentes pasajes de la novela sobre los cuales se realizará el análisis de la forma en la que se pone en juego la enunciación.
            A partir de la serie de acciones que constituyen y componen la historia, y a través de las diferentes modalizaciones presentes en el discurso, se trabajará sobre las diferentes relaciones que pueden establecerse entre las reflexiones realizadas por Françoise Dolto acerca de los ritos de iniciación en La causa de los adolescentes y los acontecimientos a través de los cuales se encauza la historia dentro de las lexias seleccionadas.
            En relación al análisis de esas lexias, la atención se enfocará en las modalizaciones realizadas sobre los personajes y escenarios (especialmente dentro de los enunciados descriptivos y a través de las modalizaciones fácticas), y en los diferentes encauces por medio de los cuales se desenvuelven las acciones que conforman la historia.


4. Desarrollo y análisis.

4.1. La presencia del rito y su importancia en La historia interminable.

En la presentación del personaje de Bastian, de La historia interminable, se encuentran todos aquellos rasgos que Dolto, a causa de la pérdida de la tradición de los ritos iniciáticos, encuentra en los jóvenes de las sociedades occidentales modernas.
El personaje de Bastian es presentado como un niño aislado del mundo, temeroso, rodeado de una inmensa soledad, al cual le resulta imposible hacer uso de sus propias fuerzas, o plantarse ante la sociedad como alguien de valor.
La muerte de la madre de Bastian, y la depresión a la que tal acontecimiento lleva al padre, dejan al personaje en una completa soledad: “Después, todo había cambiado entre su padre y Bastian. (…). Antes, había jugado de buena gana con él. A veces, hasta le había contado o leído historias. Pero todo aquello había terminado. Ya no podía hablar con su padre. Alrededor de este había como una pared invisible que nadie podía atravesar. (Ende, 1993: 36).
 Posteriormente a que Bastian no regrese a su casa, y luego de que hayan transcurrido varias horas, es el propio discurso el que pone en duda la preocupación de su padre por él, al presentar esa preocupación en forma de interrogante: “Si es que lo había notado, su padre debía de haber notado ahora, como muy tarde, que Bastian no había vuelto a casa. ¿Se estaría preocupando? Quizá saldría a buscarlo. Quizá habría avisado ya a la policía. Quizá transmitirían avisos por radio” (Ende, 1993: 94).
Esta soledad es, además, enunciada de manera explícita en otro pasaje de la novela: “Nadie podía comprender mejor que Bastian lo que eso significaba. Aunque su padre viviera aún. Y aunque Atreyu no tuviera padre ni madre. Sin embargo, Atreyu había sido educado por todos los hombres y mujeres juntos y era el ´el hijo de todos´, mientras que él, Bastián, en el fondo no tenía a nadie… Era un ´un hijo de nadie´. (Ende, 1993: 45).
La ausencia de una concepción valorativa del personaje de Bastian sobre sí mismo, por otro lado, (otro de los rasgos que Dolto señala en los adolescentes como consecuencia de la ausencia de ritos de iniciación) puede observarse en la descripción, basada en el temor, que desde el discurso se hace sobre él: “De todas formas, le daba miedo el colegio, escenario de sus fracasos diarios; le daban miedo los profesores, que le reñían amablemente o descargaban sobre él sus iras; miedo los otros niños, que se reían de él y perdían oportunidad de demostrarle lo torpe y lo débil que era” (Ende, 1993:14).
Ante todos y cada uno de estos escenarios (y ante los compañeros que lo persiguen, ante el padre que puede sentir vergüenza de él –“No, lo único que podía hacer era marcharse; a cualquier parte, muy lejos. Su padre no debía saber nunca que su hijo se había vuelto ladrón” (Ende, 1993: 14)) los únicos recursos que posee el personaje de Bastian son el de huir y el de esconderse.
El personaje que luego funcionará como su alter ego (su doble) y que posee algunos rasgos similares a Bastian (la edad, la ausencia de un entorno familiar que lo contenga, la situación excepcional en el que la historia lo ubica) es investido, por el contrario, con todos los rasgos opuestos. Y el elemento principal que posibilita esas distinciones es la existencia, dentro del mundo de ese otro personaje, Atreyu, de un rito iniciático, que concede al sujeto la posibilidad de constituirse (a través de la prueba) en un ser de valor dentro de la sociedad.
El rito de iniciación, de hecho, es el medio por el cual es presentada la figura de Atreyu, cuando el médico Cairón llega a pueblo preguntando por él:
 
-¿Dónde están los cazadores y cazadoras? –resopló, quitándose el sombrero y secándose la frente.
Una mujer de pelo blanco, con un bebé en los brazos, respondió:
-Todos han ido de caza. No volverán hasta dentro de tres o cuatro días.
-¿Está Atreyu con ellos? –preguntó el centauro.
-Sí, extranjero, pero, ¿de qué lo conoces?
(Ende, 1993: 41)

La descripción que se hace en el discurso de los jóvenes “pieles verdes”, tribu a la que pertenece Atreyu y que mantiene con vida el rito de iniciación, se encuentra repleta de rasgos de valoración positiva: “Llevaban una vida sumamente sobria, severa y dura, y sus hijos, tanto los chicos como las chicas, eran educados en el valor, la nobleza y el orgullo. Tenían que aprender a soportar el calor, el frío y las privaciones y poner a prueba su arrojo.” (Ende, 1993: 40).
En la tribu en la que se desarrolla Atreyu, entonces, a diferencia de lo que ocurre en las sociedades modernas contemporáneas (a la cual pertenece Bastian), existe un aprendizaje al que son sometidos los y las jóvenes del pueblo, por medio del cual van adquiriendo los valores que luego deberán legitimizar a través del rito de iniciación al que son sometidos.
El impedimento, necesario para la estructura del relato, del cumplimiento de Atreyu con el rito, le impide dar prueba de su valor como individuo dentro del grupo social (recordemos que a través de ese rito se realizará como cazador y por tanto como persona autosuficiente que ya no depende de los otros para conseguir el alimento para vivir) y eso justifica su enojo dentro relato:

-¿Qué quieres de mí, extranjero? –preguntó- ¿por qué has venido a mi tienda? ¿Y por que me has privado de mi caza? Si hubiera matado hoy al gran búfalo –y mi flecha estaba ya en la cuerda cuando me llamaron- mañana sería un cazador. Ahora tendré que esperar un año entero. ¿Por qué?
(Ende, 1993: 43)

La situación familiar de Atreyu, descontextualizada socialmente, es aún peor que la de Bastian. Este último ha perdido a su madre, pero la ha tenido. Tiene un padre ausente, pero quizás recuperable. Atreyu, en cambio, no tiene padre ni madre. Y sin embargo se encuentra, frente al mundo, repleto de herramientas con las cuales afrontar las adversidades[4].
La diferencia fundamental, entre las virtudes de uno y las carencias del otro, radica, sobre todo, en ese conjunto de “hombres y mujeres” por los que “Atreyu había sido educado”. Hombres y mujeres conocedores y conocedoras del valor del rito iniciático, que ofrece a los jóvenes de la tribu la oportunidad de demostrar (ante el mundo y ante sí mismos) el valor de sus propias capacidades; y la oportunidad de ser reconocidas por ellas.
Es la existencia, dentro del mundo de Atreyu (y la ausencia en el mundo de Bastian) del acompañamiento de “una sociedad que les permiten animarse a correr un riesgo, dado que se les espera del otro lado del río” (Dolto, 1990: 28).
             

4.2. La necesidad de interrupción del rito de iniciación en Atreyu para posibilitar su identificación con Bastian y la configuración del tema del doble.

El momento en el que el médico Cairón llega a la Tribu de los Pieles Verdes, en busca del héroe Atreyu coincide con el momento preciso en el que joven héroe está a punto de llevar a cabo el rito de iniciación, a través del cual se convertirá en cazador y, por tanto, será considerado uno más dentro de la población de la tribu.
La interrupción de ese rito se vuelve fundamental en la trama de la novela, ya que es esa interrupción la que permite ubicar a Atreyu y a Bastian de un mismo lado del mundo. El de los jóvenes.
Al no haberse convertido en cazador, el personaje de Atreyu sigue estando desprovisto de tanta legitimidad como está desprovisto Bastian, quien de esta manera encuentra en Atreyu un par. Uno que es capaz de hacer todo lo que él anhela.
El paso de la adultez de Atreyu al mundo adulto, al mundo de los cazadores, en cambio, hubiera alejado al personaje de la capacidad de representar la figura en la que se siente atrapado Bastian: la de un niño al que se le ha quitado (ante la ausencia del rito en las sociedades modernas) la posibilidad (tal como se le ha quitado a Atreyu por medio de la interrupción de su caza) de ser reconocido como adulto. De ser reconocido como un ser capaz de ser autónomo y de valerse por sí mismo. Lo que equivale a decir, de valer.
Esta identificación, posibilitada por la interrupción del rito de iniciación que empareja a ambos personajes, se encuentra presente en el pasaje ya citado anteriormente (“A pesar de todo, Bastian se alegraba de que, de esa forma, tuviera algo en común con Atreyu” (Ende, 1993: Op. Cit.)), pero, además, y de manera mucho más explícita, ante el desafío que debe enfrentar Atreyu frente a la Puerta del Espejo Mágico:

Delante de él (…) la Puerta del Espejo Mágico. (…). Contaba con que, como había descrito Énguivuck, se le aparecería en el espejo alguna imagen espantosa de sí mismo, pero aquello –al haber dejado atrás todo miedo- le parecía sin importancia.
No obstante, en lugar de una imagen aterradora vio algo con lo que no había contado en absoluto y que tampoco pudo comprender. Vio a un muchacho gordo de pálido rostro –aproximadamente de la misma edad que él- que, con las piernas cruzadas, se sentaba en un lecho de colchonetas y leía un libro. Estaba envuelto en unas mantas grises y desgarradas. Los ojos del muchacho eran grandes y parecían muy tristes. (Ende, 1993: 101)

La imagen del muchacho reflejado en el espejo es la imagen del propio Bastian, quien encuentra en la figura de Atreyu todos aquellos atributos con los cuales a él le gustaría contar. Con la inclusión del tema del doble, al aunar a ambos personajes en una sola imagen, lo que la novela presenta son las diferentes configuraciones que puede alcanzar un mismo joven, según cuál sea el trato que los adultos le brinden, y las herramientas que le otorguen para poder dar cuenta del verdadero valor que reside en él.   

4.3. La lectura de la Historia interminable (libro tomado por Bastian antes de escapar de la librería del señor Koreander) como rito o pasaje de iniciación en el personaje de Bastian, a través del cual reconstruye su identidad y consigue su legitimización dentro del mundo adulto.

En la segunda hipótesis de este trabajo, lo que nos animamos a afirmar fue la existencia dentro de la novela de un segundo rito iniciático, esta vez sí recorrido y finalizado con éxito. Ese segundo pasaje o rito de iniciación consiste en la lectura que realiza Bastian del libro robado al principio de la historia.
Es a través de esa lectura que Bastian consigue recuperar el valor y su relación con el padre.
En las páginas finales, durante el encuentro que el personaje tiene con su padre, la escucha que este realiza de Bastian no aparece bajo la descripción de una conversación asimétrica entre adulto y niño, sino como el diálogo de pares que han atravesado una misma tragedia (sin duda, la de la muerte de la madre de Bastian). Si al principio de la novela se describe la negación del padre hacia su hijo como un interlocutor válido (“Bastian comprendía que su padre estaba triste. También él había llorado entonces muchas noches. (…). Pero aquello había pasado poco a poco. Y, después de todo, él estaba allí. ¿Por qué no hablaba su padre con él, por qué no hablada de mamá, de cosas importantes, y no solamente de lo imprescindible?” (Ende, 1993: 37); luego del reencuentro entre padre e hijo la conversación se tornará posible: “Su padre lo escuchaba como nunca lo había escuchado. Comprendía lo que Bastian le contaba”. (Ende, 1993: 413).
Además del reconocimiento del padre hacia el hijo, como alguien cuyas palabras son dignas de ser escuchadas, como alguien cuyas experiencias tienen valor, la transformación de Bastian se hace evidente en la historia a partir de las elecciones que hace al momento de enfrentar sus conflictos. Encerrado en la escuela, y sin nadie que le abra la puerta, es la experiencia de haber atravesado con éxito el rito de iniciación, lo que le otorga el coraje que posibilita su salida:

Bastian subió otra vez al primer piso y se dirigió a la ventana. La abrió y salió afuera.
El andamio se componía sólo de vigas verticales, entre las cuales, a intervalos fijos, había tablas horizontales. Las tablas se balancearon con el peso de Bastian. Por un segundo sintió vértigo y tuvo miedo, pero los dominó. Para quien había sido Rey de Perelín, no había problemas. (Ende, 1993: 412).  

Ante el encuentro con el padre, y al momento de dar explicaciones acerca de su ausencia, elije contar la verdad.
Y frente a la posibilidad de que su padre ocupe su lugar, cuando decide de enfrentar al señor Koreander, Bastian rechaza el ofrecimiento. Es en ese último acto, precisamente, en el que la transformación de Bastian (llevada adelante por medio de la realización con éxito de su rito iniciático) resulta finalmente confirmada.
El enfrenamiento con el librero, despreciador del mundo infantil (es ese mismo personaje quien declara: “Mira, chico, yo no puedo soportar a los niños. Ya sé que está de moda hacer muchos aspavientos cuando se trata de vosotros… Pero eso no reza conmigo. No me gustan los niños en absoluto.” (Ende, 1993: 8)) representa el enfrentamiento con el mundo adulto,  y otorga a Bastian la oportunidad de demostrar su capacidad para poder introducirse y luchar en ese mundo. Es en última instancia, y fundamentalmente, aquel acto el que, finalmente, le otorga el reconocimiento del padre:

 Los ojos de Bastian brillaban. Luego dijo indeciso:
-Sin embargo, antes tengo que hacer otra cosa. Tengo que ir a ver al señor Koreander y decirle que le robé el libro y que lo he perdido.
El padre le cogió la mano.
-Oye Bastian: Si quieres puedo hacerlo por ti.
Batian movió la cabeza.
-No. -Decidió-. Es asunto mío. Quiero hacerlo yo mismo. Y lo mejor es que lo haga enseguida.
Se levantó y se puso el abrigo. El padre no dijo nada, pero en la mirada que lanzó a su hijo había sorpresa y respeto. El chico nunca se había portado antes así.
-Creo –dijo finalmente le padre- que yo también necesitaré algún tiempo para acostumbrarme a los cambios.  
 (Ende, 1993: 414-415). 

5. Conclusiones.
            En la novela de Michael Ende las ideas volcadas por Francoise Dolto acerca de la importancia de los ritos de iniciación y las consecuencias de su ausencia en las sociedades occidentales modernas se ven reflejadas a partir de las acciones que concadenan la historia y de las modalizaciones que se hacen presentes en el discurso.
            La presencia del rito sirve, en primer lugar, para dar cuenta de los atributos positivos del personaje de Atreyu. Es valiente, y está dispuesto a abandonar la etapa de la niñez para ser reconocido como miembro de valor en su comunidad (el pasaje de iniciación lo llevará a convertirse en un cazador).
            Si el rito de iniciación de Atreyu no alcanza a ser llevado a cabo, es porque la historia requiere de la identificación entre los personajes para que la narración avance. La interrupción, entonces, adquiere sentido porque, sin la concreción del rito, Atreyu sigue permaneciendo dentro del mundo juvenil, ese del cual Bastian no tiene forma de salir.
            El valor del rito propuesto por Dolto se encuentra reflejado a partir de los atributos que la enunciación deposita en Atreyu, y en la transformación que consigue realizar con éxito Bastian.
            Es el rito de iniciación el que alienta y promueve los rasgos de Atreyu que Bastian anhela, y que él no es capaz de desarrollar ante la falta de incentivo que su sociedad le propone para que estos sean considerados. La falta de acompañamiento del mundo adulto hacia Bastian inhibe el desarrollo de sus posibilidades como ser y lo aísla del mundo adulto.
            Esta falta de acompañamiento, provoca, asimismo, el aislamiento en el que se encuentra el personaje de Bastian, sobre el cual se manifiesta Dolto en su análisis sobre la juventud de las sociedades occidentales modernas.  
            Bastian no puede poseer aquellos rasgos que provocan su admiración por Atreyu, porque Bastian no cuenta con ningún rito o pasaje que lo aliente a desarrollar el valor u otras cualidades que el día de mañana le permitirá entrar al mundo adulto.
              La situación original de Bastian, a diferencia de la de Atreyu, coincide plenamente con la descripción que Dolto realiza de los jóvenes, y será sólo luego de atravesar su propio rito iniciático (representado en la novela por su lectura del libro robado) que logrará superar la muerte de su infancia, y obtener el reconocimiento del mundo adulto.
            Es así, que en la novela de Ende, el problema que presenta Dolto (en relación a la ausencia de ritos de iniciación a través de los cuales los jóvenes puedan incorporarse a la sociedad como pares de valor) es resuelto por la experiencia transformadora de la literatura, que facilita, a Bastian, el descubrimiento de aquellos atributos latentes en él, que por sí solo no hubiera sido capaz de reconocer y de asumir como propios.



Bibliografía:

Fuentes:
Ende, Michael (1993): La historia interminable. R.B.A. Editores. Barcelona, España.

Bibliografía citada:
Barthes, Roland (2004): S/Z. Siglo XXI Editores. Buenos Aires, Argentina.
Dolto, Francoise (1990): La causa de los adolescentes. Seix Barral. Buenos Aires, Argentina.
----------------------- (1990b): La importancia de decirle a los niños la verdad. Ed. Paidos. Buenos Aires, Argentina.
Ende, Michael (1996): “Pensamientos de un indígena centroeuropeo”, en Carpeta de apuntes. Alfaguara. Buenos Aires, Argentina.
Gómez Robledo, Xavier (1980): “El análisis textual de Roland Barthes”, ponencia  presentada en el IV Coloquio Nacional Universitario sobre Lengua Escrita. Colima, Colombia.
Muñoz Chacón, Sergio (2001): “En busca del Pater Familias: Construcción de identidad masculina y paternidad en adolescentes y jóvenes”. En Adolescencia y juventud en América Latina, Donas Burak, Solum (Comp.). Libro Universitario Regional. Cartago, Costa Rica.

Otra bibliografía consultada:
Balladini, Cecilia (2012): “Ritos de pasaje y de iniciación como búsqueda identitaria juvenil”, en publicación virtual Observatorio de jóvenes. Disponible en www.perio.unlp.edu.ar/node/175 (última visita 11/07/2018).
Fernández, Norma (2013): “La previa: ritual tribal de la cultura actual”. Ponencia en Jornada anual Centro Oro.
Reguillo Cruz, Rosana (2000): Emergencia de culturas juveniles. Estrategias del desencanto. Enciclopedia latinoamericana de sociocultura y comunicación. Editorial Norma. Buenos Aires, Argentina.
Sánchez Parga, José (2005): El oficio del antropólogo: crítica de la razón (inter) cultural. Ed. Caap. Quito, Ecuador.



[1] La cita Olavarría se encuentra referida en el artículo de Muñoz Chacón como: Olavarría José. Adolescentes/jóvenes: qué poco sabemos de ellos. Chile, FLACSO Chile, 1999b. Red de masculinidad http://www.flacso.cl/masculinidad.htm#inicio
[2] “La lexía en el análisis textual es el instrumento de trabajo, es una unidad de lectura. (…).Se divide el texto en segmentos muy cortos, que son las lexías, y se enumeran para facilitar el trabajo. Unas veces serán unas cuantas palabras, o algunas frases, lo que sea más cómodo; basta que sea el mejor espacio posible en donde se puedan observar los sentidos. Es una división empírica y arbitraria. Su dimensión dependerá de la densidad de las connotaciones”. (Gómez Robledo, 1980: 4).
[3]El padre le cogió de la mano.
- Oye, Bastián: si quieres, puedo hacerlo por ti. 
Bastián movió la cabeza.
- No -decidió-, es asunto mío. Quiero hacerlo yo mismo. Y lo mejor será que lo haga enseguida.
Se levantó y se puso el abrigo. El padre no dijo nada, pero en la mirada que lanzó a su hijo había sorpresa y respeto. El chico nunca se había portado antes así.
- Creo -dijo finalmente el padre- que yo también necesitaré algún tiempo para acostumbrarme a los cambios. (Ende, 1992: 415).
[4] Ante las dudas de Cairón acerca de Atreyu como posible salvador de Fantasía, y confundido por la extraña elección de la Emperatriz Infantil, en su despedida de Atreyu, Cairón cae en la cuenta del verdadero valor del personaje:

“El muchacho se volvió e iba a salir ya de la tienda cuando el centauro lo llamó otra vez. Mientras estaban frente a frente el viejo le puso ambas manos sobre los hombros, lo miró con una sonrisa respetuosa en los ojos y dijo despacio: -Creo que empiezo a comprender por qué te eligió la Emperatriz Infantil, Atreyu. (Ende, 1993: 46).

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